Como viví después de la pérdida…

Las dos primeras semanas.

En el último post os conté la primera semana, fue triste y muy dura, lloré lo habido y por haber. De esa semana recuerdo solo muchas lágrimas, muchos por qué y una semana muy gris.

Cuando estás en un estado así, tus días tienen el doble de horas y todo es gris. Me sentía en un laberinto sin salida, no veía la luz, la pena me ahogaba y no había palabras de consuelo para mi pena. Me sentía perdida, no sabía que hacer, no quería hablar con nadie, no quería salir a la calle, estaba todavía en shock y la cabeza me iba a mil (me sentí culpable por todo, intenté buscar una y otra vez qué había hecho mal).

Cada uno lleva su pena y dolor de una forma, yo me enfadaba porque #MrJ no estaba llorando a mi lado, después comprendí que nadie va a sentir lo que tú sientes porque lo vives en primera persona, pero que eso no significa que no le duela o sufra. Yo si lo vi llorar los primeros días y mucho, pero él tomó las riendas de sus sentimientos e intentaba animarme cada día.

No fueron días fáciles, como os conté en el otro post, de las 5 primas que estábamos embarazadas, tristemente 3 perdimos a los bébés, sólo dos, siguieron con sus embarazos.

Las estadísticas son bastante crueles.

La tercera semana.

Esta semana quedaba otro trance por el que pasar, era recoger el informe diagnóstico del laboratorio.

Decidí salir a la calle yo sola e ir al hospital a por él. Cuando llegué y pregunté, resultó que allí no había ningún informe. No lo entendía pero tenía claro que de allí no me iba a ir sin nada.

Llamaron al ginecólogo, para ver a qué laboratorio había ido la «muestra» (y me dio tanta pena que a mi pequeño embrión le llamasen así), cuando lo supimos llamamos al laboratorio y allí al final logramos averiguarlo y le pedimos que nos mandasen el informe.

Lo hicieron por fax, me lo dieron de una forma tan cutre, que da hasta rabia, porque para ellos será algo rutinario, pero para nosotras es importante hasta ese detalle.

Este es el informe, pensamos que arrojaría algún dato sobre lo que había ocurrido, pero tristemente nos dijeron que no. El ser nueva en estos temas y desconocer los protocolos, pues no sabes si se hizo todo correctamente o no.

Fueron días duros otra vez porque era volver a recordarlo todo y sin comprender nada.

Un mes después de la pérdida…

Sin darnos cuenta,  había pasado un mes. Cada uno necesita su tiempo, yo empecé a ver la luz, un mes después de la pérdida.

Un día me levanté y decidí que había que volver a retomar las riendas de mi vida.

El primer paso que dí fue ir al médico de cabecera para que me mandase a algún especialista porque ya íbamos para los 4 años de búsqueda y llevábamos un aborto bioquímico y un aborto de 9 semanas.

El protocolo era una cita para Ginecología del conocido centro en Málaga, Barbarela, es donde hay un grupo de especialistas que después te derivan al hospital.

Sabía que el ir a médicos privados te ahorras muchos de los pasos y de las esperas que nosotros tuvimos que esperar, pero eso también significa un dinero, que nosotros no disponíamos.

En esos momentos, éramos dos trabajadores «mileuristas» con un hipotecón, con un coche de 10 años y sin grandes lujos. Así que siendo realistas, el camino largo era el que teníamos que tomar, muy a nuestro pesar.

Nos dieron la cita para febrero del 2011, en dos meses comenzaríamos una nueva etapa hacia la Unidad de Reproducción de la Seguridad Social en Málaga.

Vuelta a la rutina…

Volví al trabajo, a mis clases en la facultad, a mis clases de italiano (el examen del primer trimestre lo superé, a pesar de el bache que estaba pasando); volví a tomar contacto con mi mundo, con la familia, los amigos, compañeros/as de trabajo…

No puedo decir que fue fácil, porque trabajaba de cara al público, me conocían, todo el mundo sabía que me había ocurrido y hablar de ello a veces, ayuda y otras duele.

También el tomar contacto con la realidad y las personas, conlleva tener que escuchar todo tipo de comentarios, algunos pues los escuchas y ya está, pero otros se quedan clavados en el alma para siempre.

No tienes bastante con lo que estás pasando, que también tienes que lidiar con comentarios como estos: «Eres joven, ya te quedarás embarazada otra vez»; «Ya sabes, mujer legrada, mujer preñada»; «No te pongas así, eso no era nada todavía»; «Bueno, por lo menos sabes que te puedes quedar embarazada».

A muchas os sonará este tipo de comentarios, es muy triste y doloroso tener que escucharlos y a veces de personas que aprecias. Te das cuenta como es este mundo, la poca empatía que hay.

En esos momentos me sentí muy sola en ese sentido, pienso que a algunas personas le faltan un filtro, porque si no sabes que decir, siempre es mejor quedarse callado/a.

Pero también tuve mucho cariño por otra parte y menos mal, de gente a la que quiero, me arroparon e hicieron que todo fuese un poco menos difícil.

Llegó la navidad y la despedida del año 2010.

Siempre me ha encantado la navidad, montar el árbol, el portal de Belén y adornar toda la casa en modo navideño, pero esas navidades no lo hice, eran demasiado tristes. Sobreviviría a ellas, pero sin la ilusión de otras veces.

Ese año no haríamos cena de navidad en el trabajo, teníamos todos demasiadas pérdidas en nuestros corazones.

Pasamos la Nochebuena con mis suegros, cuñados y sobrinos (un año la pasamos con mis suegros y otro con mis padres) y el día de Navidad lo pasamos con los míos, fue bonito estar en casa y en familia, con mi pequeño sobrino #JJ que era la alegría de la casa y ambos siempre hemos tenido una conexión súper especial.

Yo no quería celebrar la Nochevieja, pero nuestro grupo de amigos decidieron que la podíamos pasar juntos en un bungalow de un camping que nos gustaba mucho y nos animaron a ir con ellos.

Al final decidimos que sí, que nos iríamos el 31 y el día 1, nos vendría bien desconectar y las risas con ellos estaban aseguradas.

Tomando las uvas de la suerte despedíamos un año difícil, de los que una quiere olvidar.

Aunque en el fondo no lo puedes borrar de tu vida porque son años que marcan, las pérdidas duelen y nosotros cerrábamos ese año con la pérdida de nuestra mascota, del abuelo de #MrJ y con la de nuestro bebé.

Pero al fin le pusimos el punto y final a ese horrible 2010.

Comenzaríamos con nueva ilusión, nuevas metas y esperanzas en el 2011.

Quiero daros las gracias a todas mis guerreras, por leer mi historia, por las palabras tan bonitas que me decís y simplemente por estar ahí.

Un enorme beso a todas.